viernes, 29 de abril de 2011

Al fin y al cabo solo es eso, vivir.

Cuando cerré esa puerta no pensé que mi vida cambiaría tanto. Incluso al tener un solo pie fuera de esas cuatro paredes ya podía respirar otro tipo de aire. A veces necesitas dejar atrás una vida, una vida llena de recuerdos, de promesas, de amor, de confianza para emprender otra mejor. A veces es necesario llenar los pulmones de aire, contar hasta diez y ver que eres capaz, capaz de dejar una pequeña o gran parte de tu vida para seguir adelante. Siempre llegan cosas mejores. Cuando una puerta se cierra, muchas ventanas se abren, digo ventanas porque aunque sean más pequeñas que las puertas siempre son más gratificantes. Son esas pequeñeces que nos hacen feliz día a día. No voy a negar que al principio me sentía rara, extraña. Pero realmente me agradaba sentirme así, era una rarez dulce, alegre, diferente. Sentía que dejaba atrás una página más de mi vida, bueno, quizá un capítulo entero. Pero era en ese momento cuando me tenía que disponer a tirar la pluma vieja y coger otra de nueva, tenía que empezar a volver a escribir otra página más de mi vida, pero sin desahacerme de ese capítulo anterior, al fin y al cabo aprendí de todo eso y aprendí a extraer una a una las cosas positivas y ten por seguro que las encontré. 
Es ahora, cuando al fin, sé quien soy y sé donde quiero dirigirme el resto de mi vida

No hay comentarios:

Publicar un comentario