jueves, 7 de abril de 2011

Eran las siete de la mañana cuando no podía dormir más. 
Esa noche había salido. Había bebido. Había tonteado con uno de los tantos desconocidos que conoces una noche de fiesta. Necesitaba amor y lo encontró. Rápidamente fueron al piso de ella. Rápidamente entre orgamos llegó el placer. Ni siquiera sabía su nombre. Se despertó de la cama y se encendió un cigarillo. Él ya no estaba. Estaba lloviendo. Le dolía la cabeza. Resaca de la noche. El cigarro se consumía y a su vez, ella. Más que amor, sexo. Estaba sola. Tristeza por esa realidad. Realidad que era una rutina. 

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